viernes, 24 de febrero de 2012

PEDRO.B.PALACIOS- ALMAFUERTE-







PEDRO BONIFACIO PALACIOS





 Nació en San Justo, provincia de Buenos Aires (Argentina)
el 13 de mayo de 1854. De familia muy humilde, amante de la pintura.
 Escribió con el pseudónimo de Almafuerte. Se dedicó a la
 enseñanza en la provincia de Buenos Aires, a pesar de no tene
r título habilitante (lo que le costó a la larga su puesto),
 durante el gobierno de Sarmiento y por sus poemas
 contragobernantes fue destituido de su trabajo.
 A pesar de estos inconvenientes gozaba de gran reputación
 gracias a sus textos publicados en los diarios.
Trabajó para el diario el "Pueblo". También fue bibliotecario
y Traductor de la Dirección General de Estadísiticas
 de la misma Provincia. No quizo aceptar ningún empleo público,
 ya que el mismo criticaba duramente a quienes vivían
 a expensas de los impuestos de la gente.
 Muy venerado por la juventud, recibió del Congreso Nacional
 una pensión vitalicia, por su trabajo.
 Pero no llegó a cobrarla, ya que el fin de su vida lo alcanzó
 antes. Falleció el 28 de Febrero de 1917 en la ciudad de La Plata,
 provincia de Buenos Aires. Sus composiciones,
 que reciben el nombre de milongas, son de un tono predicativo.
 Evangélicas (1915) fue la obra más representativa de su estilo.
 Obras principales: Lamentaciones (1906), Poesías (1917),
Nuevas Poesías (1918), Milongas clásicas, Sonetos medicinales
 y Dios te salve. Discursos (1919),
 Todas publicadas luego de su muerte en el año 1917 en Buenos Aires.

POEMAS DE ALMAFUERTE. SIETE SONETOS MEDICINALES


AVANTI !

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas
.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.


Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que no mellan los garfios de la suerte ...


Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte !


PIU AVANTI !


No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.


Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.


Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza !



MOLTO PIU AVANTI !


Los que viertan sus lágrimas amantes
sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas

para limar las de los otros antes;

los que van por el mundo delirantes
repartiendo su amor a manos llenas,

caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos, sobrantes.

Ah! Nunca quieras remediar entuertos;
nunca sigas impulsos compasivos;
ten los garfios del Odio siempre activos

y los ojos del juez siempre despiertos...

y al echarte en la caja de los muertos,
menosprecia los llantos de los vivos !



MOLTO PIU AVANTI ANCORA !


Esta vida mendaz es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser tras el tocado:

No digas tu verdad ni al más amado,

no demuestres temor ni al más temido,
no creas que jamás te hayan querido

por más besos de amor que te hayan dado.

Mira cómo la nieve se deslice
sin una queja de su labio yerto,

cómo ansía las nubes del desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe:

Maldice de los hombres, pero ríe;
vive la vida plena, pero muerto.



MOLTISIMO PIU AVANTI ANCORA !


Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos, estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones

en la frágil cárcel de las fieras:

No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones,
lo mismo que dos plácidas horteras;

Cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su jaula,
buscando las rendijas, no las llaves...

Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula !











  adriana firmita

Un hipócrata inventa un rumor,
el tonto lo difunde, y el
idiota lo acepta sin mas....

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jueves, 23 de febrero de 2012

PALABRAS PARA MIS HIJOS






PALABRAS PARA MIS HIJOS



A veces por andar tan apurados caemos en la rutina y no apreciamos
todo lo bueno que nos rodea.
Hoy decidí que voy a tratar de no permitir que eso suceda otra vez;
tal vez mañana no tenga tiempo y sea ya muy tarde...
Por eso, quiero expresar con palabras, lo cual es muy difícil,
cuánto amo a 2 personitas...... Ustedes!!

Hace 28 años, en Setiembre de 1983, nació mi primer hijo, Adrián,
un niño precioso e inteligente,
lleno de vida, de pensamientos y conceptos que a veces me dejan
muy sorprendida.
Es mi orgullo, mi sol, mi niño precioso ya es un hombre, pero,
cada día me sorprende más, con su madurez y personalidad.















Luego, en Diciembre, un dia 5 de 1989, nació mi pequeña Daniela,
una niña que se roba el corazón de todo el que la conoce..
 es un cascabel, siempre  sonriendo, muy pícara y dulce.
Ella es mi risa, mis ganas de despertar cada día,
mi amiga y mi complice...


Hijos, hoy sólo quiero que sepan, en el dia de mi Cumpleaños que
los amo con todo mi corazón; cómo no hacerlo si son lo mejor
que me ha podido pasar.

Definitivamente Dios me bendijo con los dos ángeles
más hermosos que el ha creado
 y me los dio a mi para que me acompañen y
me enseñen a ser madre.


Nunca me cansaré de agradecer al Señor
por ustedes, aunque sé que no soy la
madre perfecta, trato de demostrar siempre cuánto los amo
y lo importantes que son para mí.

Adrián y Daniela, Daniela y Adrián, ustedes son
lo único importante para mi,
y quiero que lo sepan... tal vez no lo exprese muy seguido,
pero ustedes son el Sol que alumbra mis días,
el motivo que me impulsa a ser mejor, el oxigeno que
necesito para vivir ¡son mi vida!


No saben cómo espero que lleguen a casa para escuchar ese
"Mamá"
seguido de sus abrazos  que disfruto tanto con mucha emoción
A vos hijo, que ya no vives con nosotras,
  conmigo ni con tu hermana,
que feliz, es verte llegar!!!!

Hijos, sólo les pido que siempre tengan en cuenta que los adoro,
que jamás los voy a dejar por ningún motivo y que siempre,
siempre ustedes seguirán siendo mis hijos, aunque el camino
sea duro, aunque las peleas existan y
los desacuerdos, siempre pueden contar conmigo!!


 La palabra madre, es sinónimo de Amor!
Su cariño y esmero no es comparado a nada en
este mundo, porque, una madre, hijos mios,
dá sin recibir nada a cambio, y eso
es el verdadero y puro Amor.!
Los ama
MAMÁ



labios que besan besos, besitos y besazos para niños para el msn gratis






 




 


















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miércoles, 22 de febrero de 2012

BIOGRAFIA DE ALFANSINA STORNI



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Biografía de Alfonsina Storni (29 de Mayo de 1892 - 25 de Octubre de 1938)




La familia Storni -el padre de Alfonsina y varios hermanos mayores-
 llegó a la provincia de San Juan desde Lugano, Suiza, en 1880
. Fundaron una pequeña empresa familiar, y años después,
 las botellas de cerveza etiquetadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía»,
 circulan por toda la región. Los padres de Alfonsina viajaron a Suiza
 en el año 1891, junto con sus dos pequeños hijos.
 En 1892, el 29 de mayo, nació en Sala Capriasca Alfonsina,
 la tercera hija del matrimonio Storni. Llevó el nombre del padre,
 de un padre melancólico y raro. Más tarde le diría a su amigo
 Fermín Estrella Gutiérrez: «me llamaron Alfonsina,
 que quiere decir dispuesta a todo».


Alfonsina aprendió a hablar en italiano, y en 1896 vuelven a San Juan,
de donde son sus primeros recuerdos. «Estoy en San Juan, tengo
 cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea.
 Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro
 que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo
 en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo
 el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta».
 En 1901, la familia se trasladó nuevamente, esta vez a la ciudad de Rosario,
 un próspero puerto del litoral.


Paulina, la madre, abrió una pequeña escuela domiciliaria,
 y pasa a ser la cabeza de una familia numerosa, pobre y sin timón.
 Instalaron el «Café Suizo», cerca de la estación de tren, pero el proyecto
 fracasó. Alfonsina lavaba platos y atendía las mesas, a los diez años.
 Las mujeres comenzaron a trabajar de costureras. Alfonsina decide emplearse
 como obrera en una fábrica de gorras. En 1907 llega a Rosario la compañía
 de Manuel Cordero, un director de teatro que recorría las provincias.
 Alfonsina reemplaza a una actriz que se enferma. Esto la decide a
 proponerle a su madre que le permita convertirse en actriz y viajar
con la compañía. Recorre Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero
 y Tucumán. Después dirá que representó Espectros, de Ibsen, La loca de la casa,
de Pérez Galdós, y Los muertos, de Florencio Sánchez.


En sus cartas al filólogo español don Julio Cejador
 Alfonsina resume algunos momentos de su vida. Refiriéndose a esta época,
 le dirá: «A los trece años estaba en el teatro. Este salto brusco, hijo de una serie de
 casualidades, tuvo una gran influencia sobre mi actividad sensorial,
 pues me puso en contacto con las mejores obras del teatro contemporáneo y
 clásico (…). Pero casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se
 me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba. Torcí rumbos…».
 Luego, en un reportaje de la revista El Hogar, contará que al regresar
 escribió su primera obra de teatro, Un corazón valiente, de la
 que no han quedado testimonios.


Cuando volvió a Rosario se encuentra con que su madre
 se ha casado y vive en Bustinza. La poeta decide estudiar la
 carrera de maestra rural en Coronda, y allí recibe su título profesional.
Gana un lugar sobresaliente en la comunidad escolar, consigue un puesto de
 maestra y se vincula a dos revistas literarias, Mundo Rosarino
 y Monos y Monadas. Allí aparecen sus poemas durante todo ese año,
 y si bien no hay testimonio de ellos, sí sabemos de otros publicados
 al año siguiente en Mundo Argentino, y que tienen resonancias hispánicas.


Poeta en Buenos Aires


Al terminar el año de 1911, decide trasladarse a Buenos Aires.
 «En su maleta traía pobre y escasa ropa, unos libros de Darío y sus versos».
 Así, con nostalgia, evoca su hijo Alejandro la llegada.
 Pobre equipaje para enfrentarse con una ciudad que estaba
 abierta al mundo, con las expectativas puestas en esa inmigración que
 traería nuevas manos para producir y nuevas formas de convivencia.
 El nacimiento de su hijo Alejandro, el 21 de abril de 1912, define en su vida
 una actitud de mujer que se enfrenta sola a sus decisiones.
 Trabaja como cajera en la tienda «A la ciudad de México»,
 en Florida y Sarmiento. También en la revista Caras y Caretas.


Su primer libro, La inquietud del rosal, publicado con grandes
 dificultades económicas, apareció en 1916. En un homenaje al
 novelista Manuel Gálvez, por primera vez en Buenos Aires,
en esta clase de reuniones, aparece Alfonsina recitando con aplomo
 sus propios versos. En junio de 1916, aparece en Mundo Argentino un
 poema titulado «Versos otoñales». Aunque los versos son apenas aceptables,
 sorprende su capacidad de mirarse por dentro, que por entonces no
 era común en los poetas de su generación.


Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.


Sus amigos los poetas modernistas


Amado Nervo, el poeta mejicano paladín del modernismo
 junto con Rubén Darío, publica sus poemas también en
 Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría
 para ella, una muchacha desconocida, de provincia, el haber llegado
 hasta aquellas páginas. En 1919 Nervo llega a la Argentina como
 embajador de su país, y frecuenta las mismas reuniones que Alfonsina.
Ella le dedica un ejemplar de La inquietud del rosal, y lo llama en su
dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la vanguardia
 novecentista, que empezaba a declinar, en el archivo de la Biblioteca
 Nacional uruguaya hay cartas al uruguayo José Enrique Rodó,
otro de los escritores principales de la época, modernista autor de Ariel
 y de Los motivos de Proteo, ambos libros pilares de una interpretación
 de la cultura americana. El uruguayo escribía, como ella,
en Caras y Caretas y era, junto con Julio Herrera y Reissig,
 el jefe indiscutido del nuevo pensamiento en el Uruguay.
 Ambos contribuyeron a esclarecer los lineamientos intelectuales americanos a
 principios de siglo, como lo hizo también Manuel Ugarte,
cuya amistad le llegó a Alfonsina junto con la de José Ingenieros.


Su voluntad no la abandona, y sigue escribiendo. En mejores condiciones
 publica El dulce daño, en 1918. El 18 de abril de 1918 se le ofrece una comida
 en el restaurante Génova, de la calle Paraná y Corrientes,
 donde se reunía mensualmente el grupo de Nosotros, y en esa oportunidad se
 celebra la aparición de El dulce daño. Los oradores son Roberto Giusti
 y José Ingenieros, su gran amigo y protector, a veces su médico.
Alfonsina se está reponiendo de la gran tensión nerviosa que la obligó a dejar
 momentáneamente su trabajo en la escuela, pero su cansancio no le
 impide disfrutar de la lectura de su «Nocturno», hecha por Giusti,
 en traducción al italiano de Folco Testena


También en 1918 Alfonsina recibe una medalla de miembro
 del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas,
 junto con Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea.
 Años atrás, cuando empezó la guerra, Alfonsina había aparecido como
 concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la invasión alemana.
 Comienzan sus visitas a la ciudad de Montevideo, donde hasta su muerte frecuentará
 amigos uruguayos. Juana de Ibarbourou lo contó años después de la muerte
 de la poetisa argentina: «En 1920 vino Alfonsina por primera vez a Montevideo.
 Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante,
 a veces muy aguda, a veces también sarcástica.
 Levantó una ola de admiración y simpatía… Un núcleo de lo más granado de la
 sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados.
 Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina».


La amistad de Quiroga, el escritor de la selva


En 1922, Alfonsina ya frecuentaba la casa del pintor Emilio Centurión,
 de donde surgiría posteriormente el grupo Anaconda.
 Allí conoció, seguramente, al escritor uruguayo Horacio Quiroga,
 que había llegado de su refugio en San Ignacio, Misiones, durante el año 1916.
 Su personalidad debió atraer a Alfonsina. Un hombre marcado por el destino,
 perseguido por los suicidios de seres queridos, que, además, se había
 atrevido a exiliarse en Misiones, e intentado allí forjar un paraíso.
 En 1922, era ya el autor de sus libros más importantes, Cuentos de la selva,
 Anaconda, El desierto. Vivía modestamente de sus colaboraciones en diarios y
 revistas y desempeñó un papel protagónico en el intento de profesionalizar la
 escritura. Alfonsina había publicado sus libros Irremediablemente (1919) y
 Languidez (1920).


La amistad con Quiroga fue la de dos seres distintos. Cuenta Norah Lange
 que en una de sus reuniones, adonde iban todos los escritores de la época,
 jugaron una tarde a las prendas. El juego consistió en que Alfonsina y Horacio
 besaran al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena,
sostenido por Horacio. Este, en un rápido ademán, escamoteó el reloj
 precisamente en el momento en que Alfonsina aproximaba a él sus labios,
 y todo terminó en un beso. Quiroga la nombra frecuentemente en sus cartas,
sobre todo entre los años 1919 y 1922, y su mención la destaca de
 un grupo donde había no sólo otras mujeres sino también otras escritoras.
 Sin embargo, cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925,
 Alfonsina no lo acompaña. Quiroga le pide que se vaya con él y ella,
 indecisa, consulta con su amigo el pintor Benito Quinquela Martín.
 Aquél, hombre ordenado y sedentario, le dice: «¿Con ese loco? ¡No!».


Un nuevo camino para la poesía


En el año 1923, la revista Nosotros, que lideraba la difusión de la nueva literatura
 argentina, y con hábil manejo formaba la opinión de los lectores,
 publicó una encuesta, dirigida a los que constituyen «la nueva generación literaria».
 La pregunta está formulada sencillamente:
«¿Cuáles son los tres o cuatro poetas nuestros, mayores de treinta años,
 que usted respeta más?».


Alfonsina Storni tenía en ese entonces treinta y un años recién cumplidos,
 es decir, que apenas bordeaba la cifra exigida para constituirse en
«maestro de la nueva generación». Su libro Languidez, de 1920, había merecido
 el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura,
 lo que la colocaba muy por encima de sus pares. Muchas de las respuestas
 a la encuesta de Nosotros coinciden en uno de los nombres: Alfonsina Storni.




Mil novecientos veinticinco fue el año de la publicación de Ocre,
 un libro que marca un cambio decisivo en su poesía.
 Desde hace dos años es profesora de Lectura y declamación en la
 Escuela Normal de Lenguas Vivas, y su postura como escritora está
 absolutamente afianzada entre el público y sus iguales.
 Por aquella época muere José Ingenieros, y esto la deja un poco más sola.
Hasta la casa de la calle Cuba llega una tarde la chilena
 Gabriela Mistral. El encuentro debió ser importante para la chilena,
 ya que publicó su relato ese año en El Mercurio. Llamó por teléfono
 a Alfonsina antes de ir, y le impresionó gratamente su voz,
pero le habían dicho que era fea y entonces esperaba una cara
 que no congeniara con la voz. Por eso cuando la puerta se abre
 pregunta por Alfonsina, porque la imagen contradice a la advertencia.
«Extraordinaria la cabeza, recuerda, pero no por rasgos ingratos,
sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro
 de veinticinco años». Insiste: «Cabello más hermoso no he visto,
es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna
 dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos.
 El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada,
 le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y
de mujer madura». La chilena queda impresionada por su sencillez,
 por su sobriedad, por su escasa manifestación de emotividad,
por su profundidad sin trascendentalismos. Y sobretodo por su
información, propia de una mujer de gran ciudad, «que ha pasado
 tocándolo todo e incorporándoselo» (1).


El 20 de marzo de 1927 se estrena su obra de teatro, que despertaba las
expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió
 el presidente Alvear con su esposa, Regina Pacini. Al día siguiente
 la crítica se ensañó con la obra, y a los tres días tuvo que bajar de cartel.
 El diario Crítica tituló «Alfonsina Storni dará al teatro nacional obras
 interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos».
 La escritora se sintió muy dolida por su fracaso, y trató de explicarlo
 atribuyéndole la culpa al director y a los actores.


Años de equilibrio


Alfonsina intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores
 y su participación en el gremialismo literario fue intensa.
 En 1928 viajó a España en compañía de la actriz Blanca de la Vega,
 y repitió su viaje en 1931, en compañía de su hijo. Allí conoció a otras mujeres
 escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedica algunos poemas.
En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina y Polixene y la
 cocinerita. Está tranquila, colabora en el diario Crítica y en La Nación;
 sus clases de teatro son la rutina diaria, y su rostro empieza a cambiar.
 Las canas cubren su cabeza y le dan un aire diferente.


En 1931, el Intendente Municipal nombró a Alfonsina jurado y es la primera
vez que ese nombramiento recae en una mujer.
Alfonsina se alegra de que comiencen a ser reconocidas las virtudes que la
mujer, esforzadamente, demuestra. «La civilización borra cada vez más las
diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres
pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características
propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental.
Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires
declara, en su ciudad, noble la condición femenina»,
afirma Alfonsina en un diario al referirse a su designación.


En la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca, durante la
permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y
febrero de 1934. Le dedicó un poema, «Retrato de García Lorca»,
publicado luego en Mundo de siete pozos (1934). Allí dice:
«Irrumpe un griego /por sus ojos distantes (…).
Salta su garganta /hacia afuera /pidiendo /la navaja lunada /
aguas filosas (…). Dejad volar la cabeza, /la cabeza sola
/herida de hondas marinas /negras…».


El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama.


En 1936 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedicó un poema
de versos conmovedores y que presagian su propio final:


Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…


Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.


El final


El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una
invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha
organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetisas americanas
del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou
y Gabriela Mistral. La invitación pide
«que haga en público la confesión de su forma y manera de crear».
Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo,
escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto
en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le
parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir
y las mancillas del reloj».


Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología
poética con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron de
incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad.
El 23 de octubre viajó a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del
martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación
y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa.
A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia:
«Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América».
A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta,
Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez,
Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea,
Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori,
Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar,
Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, López Buchardo.


El 21 de noviembre de 1938, el Senado de la Nación rindió
homenaje a la poeta en las palabras del senador socialista Alfredo Palacios. Este dijo:
«Nuestro progreso material asombra a propios y extraños.
 Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones
 de cabezas de ganado pacen en la inmensurable
 planicie argentina, la más fecunda de la tierra;
 pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu
 a los valores utilitarios y no hemos conseguido,
 con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia
 donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta».

  

Poema - Olvido - Alfonsina Storni

Alfonsina Storni


Lidia Rosa: hoy es martes y hace frío. En tu casa,
De piedra gris, tú duermes tu sueño en un costado
De la ciudad. ¿Aún guardas tu pecho enamorado,
Ya que de amor moriste? Te diré lo que pasa:

El hombre que adorabas, de grises ojos crueles,
En la tarde de otoño fuma su cigarrillo.
Detrás de los cristales mira el cielo amarillo
Y la calle en que vuelan desteñidos papeles.

Toma un libro, se acerca a la apagada estufa,
En el tomacorriente al sentarse la enchufa
Y sólo se oye un ruido de papel desgarrado.

Las cinco. Tú caías a esta hora en su pecho,
Y acaso te recuerda... Pero su blando lecho
Ya tiene el hueco tibio de otro cuerpo rosado.


Hombre Pequeñito



Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar.
Yo soy tu canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.


Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes
ni me entenderás.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula, que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.
Alfonsina Storni

La Jaula
Quién soy sola de mí para
violarme con verdades ajenas
si aún las propias no han sido
deslindadas.

Quién se interna en
la palma de mis manos
luego de cercenarlas.

Quién me vacía huye
y no regresa sin
despojarme de la amarra.

Quién seduce mi cólera
penitencia incendiada.

Me atrevo a liberar
en mis arterias los
ángeles salvajes que
fueron propiedad
natal del alba.

Enclaustrada
en una libertad que me
condena a su sed cavernaria
abruman las respuestas.
Entreabro la jaula.





Hombre Pequeñito Alfonsina Storni
Alfonsina Storni
Poema para mi Madre



Palabras a Mi Madre Alfonsina StorniPalabras a Mi Madre Alfonsina StorniPalabras a Mi Madre Alfonsina Storni
No las grandes verdades yo te pregunto, que
No las contestarías; solamente investigo
Si, cuándo me gestaste, fue la luna testigo,
Por los oscuros patios en flor, paseándose.


Y si, cuándo en tu seno de fervores latinos
Yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
Te adormeció las noches, y miraste, en el oro
Del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.


Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
Y la envuelve una nube de locura ligera
Cuándo la luna nueva sube al cielo azulino.
Y gusta, si el mar abré sus fuertes pebeteros.

Arrullada en un claro cantar de marineros
Mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Otros Poemas y Obras de
Alfonsina Storni
La Inquietud del Rosal, Ocre, El Silencio,
Epitafio Para Mi Tumba, Mundo de Siete Pozos,
Hombre Pequeñito, El Dulce Daño, Naturaleza Mía,
Poemas de Amor, Mascarilla y Trébol,
Antología Poética, El Pensador de Rodin,
Un Cementerio Que Mira al Mar, El canal,
Regreso En Sueños, Naturaleza Mía,
Mundo de Siete Pozos, Plaza en Invierno,
Sugestion de Una Cuna Vacía
Palabras a Mi Madre Alfonsina Storni





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♣♣ADRIANA♠♠


Eres maravillosa, Alfonsina !
Eres maravilosa, inigualáble,
 poetisa de amor con
 sangre viva...
Has tenido el milágro de amar y
ser artista, en todo lo escrito
y realizado..... Mujer con coráje,
llánto vivo!
No supieron alcanzar, ni ver
tu alma.....

Yo, que no soy nadie, te idolatro,
venero tu memoria al infinito
                     6-4-08