Hace mucho tiempo en un palacio vivían tres hermosas damas.
Una mañana, mientras paseaban por el maravilloso jardín con sus fuentes y rosales, empezaron a preguntarse cuál de las tres tenía las manos más hermosas.
Elena, que se había teñido los dedos mientras sacaba las deliciosas fresas, pensaba que las suyas eran las más hermosas.
Antonieta había estado entre las rosas fragantes y sus manos habían quedado impregnadas de perfume. Para ella las suyas eran las más hermosas.
Juana había metido los dedos en el claro arroyo y las gotas de agua daban resplandores como si fueran diamantes. Ella pensaba que sus manos eran las más hermosas.
En esos momentos, llegó una muchacha menesterosa que pidió que le dieran una limosna, pero las damas reales apartaron de ella sus vestiduras reales y se alejaron.
La mendiga, pasó a una cabaña que se hallaba cerca de allí y una mujer tostada por el sol y con las manos manchadas por el trabajo, le dió pan.
La mendiga, continúa diciendo la leyenda, se transformó en un ángel que apareció en la puerta del jardín y dijo:
- "Las manos más hermosas son aquellas que están dispuestas a bendecir y ayudar a sus semejantes."
Que maravilla de historia!!
Contemplen esas manos, porque la verdadera
belleza, está en el corazón y en las actitudes
Pero hay otras manos que tambien son importantes:
Las manos
de
pintor, manos gastadas por tantas horas de trabajo,
manos dedicadas a un servicio, o nuestras propias manos....
Mira las tuyas, años
enteros dedicados a tus seres, manos que hablan por si solas, manos que
han cambiado pañales
lavado ropa, que han hecho muchas comidas, manos
que siguen entregadas, siempre al servicio de los que más quieres,
manos
que siempre estarán unidas orando por tu familia,
manos que siempre
estarán abiertas para que recibas en tus brazos a los seres que amas...
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